Como si de un novato se tratase, Snake cruzó desenfadadamente el campo nevado que tenia ante sus pies… hasta que activó una mina y salió literalmente volando por los aires. Algo aturdido todavía y con la energía bajo mínimos, Snake maldijo para si su estupidez y activó el detector de minas. En el radar pudo ver que estaba sobre un verdadero campo de minas. Con ayuda de las gafas de visión termal, Solid se arrastró por el terreno hasta ir desactivando las minas una por una, guardándoselas para futuros usos. Una llamada del Codec interrumpió la recogida, en la que una voz de rostro anónimo le advirtió de la existencia de las minas (a buenas horas). Se hacia llamar Garganta Profunda (como el confidente del escándalo Watergate). Snake no tuvo mucho tiempo para asimilar la conversación con el misterioso personaje…
Por la puerta de enfrente hizo su aparición nada menos que un tanque M1 Abrams, pilotado por uno de los secuaces de Liquid Snake llamado Vulcan Raven. Solid Snake había sido entrenado para acabar con cualquier hombre, pero contra un tanque…
Tras recibir un serio castigo en forma de obuses, y viendo la imposibilidad de llegar hasta el carro de combate, Solid decidió probar suerte con las granadas Chaff. De acuerdo con las informaciones del cuartel general, éstas eran capaces de inutilizar cualquier mecanismo electrónico durante unos segundos, como cámaras de vigilancia. Resultaron muy efectivas con el sistema de orientación del cañón, permitiéndole acercarse al tanque sin peligro de recibir más impactos de obús. Contra lo que no tuvo defensa alguna era con la ametralladora de la torreta, obligándole a efectuar no pocos cambios de dirección para evitar las ráfagas. Con especial cuidado de no caer bajo el peso de las orugas del tanque, Snake fue deslizando una granada tras otra hasta el interior de la escotilla, hasta fulminar a los dos soldados del interior. El tanque estaba fuera de combate.
Lo que Solid no sospechaba es que, tras extraer la llave de nivel 3 del cadáver de uno de los soldados, en el interior del tanque quedara un superviviente: el esquimal Vulcan Raven, que rodeado de sus amados cuervos, juró venganza…
Tras descender por la rampa de entrada (en cuya parte superior se ocultaba una ración) y reptar bajo la puerta entreabierta, Snake accedió hasta un gran depósito de cabezas nucleares. Una llamada del cuartel general vía Codec le alertó de que no debía hacer uso de arma de fuego alguna, o todo volaría por los aires. Para el caso de requerir más información sobre la fragilidad del material nuclear, Campbell suministró a Snake el número de dial Codec de una experta en armamento llamada Natasha Romanenko (141.52). Sin perder un segundo, Solid Snake contactó con ella, aunque no sirvió de mucho. Investigó la zona (recogiendo de paso diversa munición: granadas Chaff y balas para el rifle FAMAS y el Socom), localizó otro camión y ascendió por la escalera hasta llegar a un nuevo ascensor.
Activó el botón del piso B1. Eso le llevó hasta una planta de aparentes oficinas, con un soldado haciendo «pis» en el retrete de caballero y otro en plena guardia. Liquidado el guardia meón (mediante un somero tiro en la nuca), matar al otro representó algo más de trabajo debido a su continuos movimientos. La estancia estaba repartida entre unos escritorios centrales y cinco despachos diferentes, dispuestos a los dos lados de la sala. En uno de ellos, el único al que tuvo acceso con su llave de nivel 3, Solid encontró un lanzamisiles Nikita y abundante munición para él. Fuera de los despachos obtuvo una caja de balas para la Socom y otra de granadas Stun. Con el zurrón a tope de armamento, regresó sobre sus pasos hacia el ascensor, tomando ahora el camino hacia el piso de abajo (B2). Al atravesar la puerta que tenia ante sí, una nube de gas venenoso inundó la atmósfera del pasillo que, por si esto fuera poco, estaba electrificado. Una concienzuda inspección de las conexiones de la pared y la posterior conversación con Garganta Profunda vía Codec le dio a Snake la solución al problema. Era necesario recurrir al lanzamisiles para destruir el generador que alimentaba el suelo electrificado. Con los pulmones cargados de aire, Solid se introdujo en la neblina tóxica y disparó un misil Nikita. Gracias a la vista en primera persona, pudo guiarlo por control remoto hacia el Este y, tras sortear una jungla de muebles de oficina y cámaras de vigilancia, destruir el generador. Con la trampa del suelo desconectada, pero con el gas todavía envenenando el aire, Snake entró en el primero de los despachos, marcado con un núm. 1 en la puerta, donde se encontró una ración. La siguiente (marcada por el 4) era inaccesible de momento. La tercera, en la que si pudo entrar, estaba protegida por una cámara de vigilancia con ametralladora. Mereció la pena soportar algo de plomo con tal de echar el guante a la valiosa Máscara Antigás allí depositada. Con ella equipada, el nivel de oxigeno perdido dentro de la neblina venenosa se reduciría a la mitad. La zona de oficinas de la izquierda, férreamente vigilada por las cámaras de seguridad, ocultaba una serie de despachos, que Solid decidió investigar. Para sacudirse de encima las cámaras, nada mejor que una granada Chaff y mucha velocidad. Dejando tras de si el marcado con el número 6, el despacho de nivel 3 almacenaba una gran cantidad de explosivo C4. El siguiente, también de nivel de acceso 3, contenía dos cargadores para el lanzamisiles Nikita. Superado un despacho de nivel 4, ya s6lo quedaba por recoger el set de granadas chaff y la ración ubicados en el extremo más alejado de las oficinas, cerca de los restos del generador. Sin ni siquiera coger aire, Solid inició la marcha atrás hasta la puerta del lado Oeste, escoltada por una cámara de vigilancia.