Seguimos analizando a los mejores personajes de Final Fantasy, y hoy en Guía Manía le toca el turno a una invocación, el temible Alexander, uno de los eidolons más poderosos de magia sagrada que ha existido hasta el momento.
Su primera aparición oficial es en Final Fantasy VI, pero ya en la cuarta entrega de Final Fantasy se pueden apreciar los lineamientos que vendrán luego. El trabajo artístico de Yoshitaka Amano nos muestra unos singulares diseños del Gigante de Babil que se parecen mucho a la estética que tendrá la invocación.
El Gigante de Babil es una criatura creada, presumiblemente, por Zemus para destruir a los habitantes de Gaia, y requiere de los 8 cristales para obtener poder suficiente para viajar desde la luna. Su tamaño es tan grande que funciona como uno de los calabozos del juego.
La conexión más importante con Alexander, además del diseño, es que al pelear con Proto-Babil el enemigo utiliza el poder característico de Alexander: Divine Judgment.
En Final Fantasy VI aparece por primera vez como un Esper, sirviendo especialmente en la batalla final contra Kefka. Además, en este título sirve para enseñar las magias Holy, Protect y Shell, entre otras. Lo encontramos luego de luchar contra Wrexsoul en el Castillo de Doma en el Mundo de las Ruinas. Cyan tiene que revisar el trono de Doma para poder utilizar el poderoso ataque Divine Judgment.
En FF VII tenemos que luchar contra una mujer de nieve en el Gran Glaciar para encontrar la materia de Alexander, y además podremos apreciar la espectacular animación, que va perfilando el diseño del summon para futuras encarnaciones.
Otro título donde tiene gran importancia es Final Fantasy IX, donde Alexander reside en cuatro cristales que sellan su poder tras liberarse y causar gran destrucción en el pasado. Aquí, una escena espectacular nos muestra al rey de los dragones, Bahamut, luchando contra el poder protector de las alas de Alexander. Una verdadera maravilla.
Un poder destructivo pero sagrado, originado según creen algunos en la historia de Alejandro Magno. En sus tiempos, su ejército era tan poderoso y efectivo que funcionaba como una máquina de guerra. De ahí podría surgir su diseño, a medio camino entre un robot y una fortaleza.