Dante, de la saga de juegos de acción Devil May Cry, fue el protagonista de las tres primeras entregas, donde demostró su actitud indiferente, su gran arsenal de armas y su poder nacido de la mezcla entre una madre humana y un padre demonio (el caballero Sparda).
A lo largo de la saga ha quedado demostrado que Dante es bastante autosuficiente, despreocupado y malévolo, aunque sin llegar a llamarlo cruel o traicionero. Se encarga de eliminar a todo tipo de criaturas demoníacas desde su agencia, Devil May Cry, y en reiteradas ocasiones ha salvado al mundo de la destrucción.
En algunos puntos clave de la historia el lado oscuro de Dante prevalece, aunque siempre en el fondo sabemos que estamos ante el héroe de la historia, un personaje con un pasado trágico, con una familia totalmente disfuncional (inclusive su hermano gemelo Vergil será uno de sus oponentes más complicados) y muchas mujeres hermosas a su alrededor.
Destaca su extenso arsenal, que incluye espadas endemoniadas, armas de fuego (la dupla Ébano y Marfil se ha ganado sin lugar a dudas un lugar en el de armas más hermosas de los videojuegos) y una variedad de artes marciales que lo convierten en una amenaza andante.
Durante los eventos de Devil May Cry 4, donde comparte protagonismo con Nero, vemos un lado mucho más humano de nuestro héroe. Principalmente porque la dualidad del protagonismo los lleva a interactuar y a revelar algunos misterios relacionados con las espadas que su madre le dejo a Dante, o Yamato, la extraña llave que permite acceder al mundo demoníaco.
Acción y espectacularidad gráfica son las insignias de la saga Devil May Cry, y Dante lleva con orgullo el papel principal (e inclusive la adaptación animada que recrea sus aventuras) nos dan a pensar que hay mucho material para explorar en este personaje. Quizás el primer juego fue más revelador y las secuelas fueron perdiendo algo de brillo, pero con la personalidad de Dante de seguro hay mucho más para dar.