¿Qué misterio envolvía a aquel crucifijo? Hablé con la doctora Susan Olivaw del tema hasta que agoté la conversación. Cogí un barniz en la habitación de al lado, así como una brocha de polvos de talco. En la planta baja hablé con Willy, el empleado de la limpieza, el cual me dio su tarjeta. Cuando le llamaron por teléfono advertí que Willy sabía cómo acceder al laboratorio de análisis. Me oculté en la exposición de arte maya hasta que volvió a salir.
Unté el barniz sobre las teclas del panel de entrada del laboratorio de análisis y llamé por el teléfono que hay al lado al número de la tarjeta de Willy. Esperé pacientemente en la exposición de arte maya hasta que Willy salió del laboratorio, y entonces usé la brocha sobre el panel, lo cual me reveló que la clave secreta estaba compuesta de los números 1, 3, 7 y 8. Guiándome por los sonidos, hice pruebas hasta que logré la combinación correcta: 8137.
Dentro del laboratorio cogí la llave antigua y con ella los libros que había sobre la mesa de Clive. Descubrí una ranura en la que introduje la llave. Se abrió un cajón secreto, del que tomé la grabadora. Cerré el cajón secreto y con la grabadora funcionando hablé con la Dra. Susan Olivaw y así grabé su nombre (no me dejará hacerlo hasta que haya intentado abrir la cámara que contiene la máscara con mi propia voz, accionando el botón). Entré en el laboratorio de análisis y miré la cámara térmica, lo cual me reveló que había un botón que debía usar para accionar el mecanismo. Usé la grabadora con el botón y ¡justo en ese momento se tuvo que acabar la pila!. Fui a la estantería junto a la Dra. Olivaw y cambié el crucifijo por una garra antigua, para así engañarla de que se ocupara de mi antigüedad antes que ninguna.
Tras esto, fui al laboratorio de análisis y en su fondo cogí el cazo, en el cual introduje la pila. Después, metí el cazo en la bombona de nitrógeno líquido y a continuación la pila en la grabadora, usando la cual en el botón conseguí finalmente abrir la cámara térmica. Cogí la máscara y le extraje el rubí con ayuda de la garra antigua. Introduje el rubí en el láser de la Dra. Olivaw y así provoqué el que destrozara la pieza en la que trabajaba, lo cual la sumió en la desesperación. Bajé a la exposición de arte maya y en los cuencos encontré algo parecido a semillas de café. Se las enseñé a Willy. Molí el café en el torno de la doctora, se las enseñé a Willy. En el pasillo cogí el paquete de café vacío de la papelera y rellené el paquete de café vacío.
Le di el paquete a Willy, el cual recargó la máquina de café. Usé la máquina y conseguí una taza llena, que di a la Dra. Olivaw. Más calmada, esta se puso a trabajar, hasta que tuvo listo el crucifijo. Una vez que lo tuve, fui al escáner y obtuve la información que necesitaba, pero en ese momento Clive me llamó apresuradamente. Era una trampa: Clive me había traicionado y los gánsters nos habían capturado.