Guía de Runaway: A Road Adventure

Autor: ERNESTO AFONSO

Miré por la rendija de la puerta y vi la difícil situación en la que se encontraba Gina. Tenía que hacer algo. Desconecté el enchufe del congelador, abrí la tapa del congelador y tras ello cogí el bote limpiador y la gamuza que había en la penumbra junto al armario. Usé el limpiador con la gamuza y limpié con ella la ventana de la derecha. Así, el sol entró en la habitación, y descongeló el hielo del congelador. Cogí el fuelle y el pomo que hay tirado junto al armario. Abrí el desagüe del congelador, se vació y lo empujé. Quedó así al descubierto una trampilla. Usé la palanca sobre el candado de la trampilla y la abrí.

En el autobús de las drag-queens miré en el baúl y encontré el balón de baloncesto deshinchado. Entré en el autobús, y en el estante central encontré un pintalabios y unas gafas de sol. Junto a la puerta había un pequeño aspirador de mano. Entré en la parte trasera del autobús y charlé con Carla. Al advertirme de que se le cayó una pastilla en la rejilla, usé el aspirador en la rejilla y obtuve la pastilla. Además cogí la aguja e hilo que había junto a las botas de plataforma. Utilicé la aguja e hilo con el balón y lo reparé. A continuación usé el fuelle y llené el balón.

Descubrí un nuevo escenario de mis aventuras. En el vagón del ferrocarril cogí un tornillo del cubo.

Dominando toda la zona se encontraba un viejo cementerio de aviones de la Segunda Guerra Mundial. Allí cogí el casco y la cincha de balas. Bajo la cabaña de los matones encontré un cubo, que naturalmente incorporé a mi inventario. En el pozo petrolífero usé las gafas de sol con el charco de petróleo y así las tinté de un color más oscuro. En el autobús de las drags le di el cambiazo a las gafas de Mariola por las tintadas y así conseguí que me dejara el bronceador. Me fui al cementerio de aviones y allí engrasé la ametralladora con el bronceador. Usé el pomo con el tornillo, y el cubo con el barril de pólvora y así conseguí llenarlo. Cogí el cubo con pólvora, y usé el pintalabios con el cubo de pólvora. A continuación metí el bala-labios (por llamarlo de alguna manera) en la cincha de balas. Aquello parecía funcionar, así que fui al autobús de las drags y cogí todos los pintalabios que había en el estante, los usé con la pólvora y los metí en la ristra de balas.

En el cementerio usé la ristra de bala-labios con la ametralladora, y así la 2ª parte del plan estuvo lista. Di el balón de baloncesto a Lula, y mientras ella entretuvo al mazas del hangar puse la pastilla en su cerveza, consiguiendo así intoxicar el supercuerpo del bruto ese y por tanto que el helicóptero estuviera bajo mi control, con lo que la tercera parte del plan estuvo lista.

Cogí el bote de mantequilla de cacahuete que había junto al cachas, y este amablemente me advirtió de la afición de las hormigas salvajes de la zona por ella. Golpeé los restos de la moto con la palanca, con lo que conseguí un estribo, que aplicado al eje de la parte delantera del autobús me permitió cerrar la puerta, tras la cual descubrí un bolsillo en el que se encontraba la llave de la nevera. Abrí con ella la nevera y conseguí la mantequilla, que introduje en el casco. Fui al vagón y abrí el barril cerrado con la palanca, consiguiendo un buen montón de cacahuetes. Mezclé los cacahuetes con la mantequilla y el casco, y lo puse sobre el congelador de la cabaña para hacer la mezcla de mantequilla de cacahuete. Fui al vagón abandonado y eché la mantequilla sobre la caseta cerrada. Las hormigas aparecieron sin tardanza y en su furia mantequillosa redujeron la caseta a serrín, dejando a la vista los explosivos. Los cogí y los coloqué junto al pozo petrolífero. Lo que tuviera que sonar, sonaría. Con esto, todas las piezas del plan estaban listas. Con la inestimable ayuda de mis Priscillas particulares, salvé a Gina de los gánsters.



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