Comenzamos un nuevo año, y en GuiaMania seguimos analizando los mejores personajes del mundo de los videojuegos, lindos y feos, héroes y villanos, todos tienen su lugar en nuestra galería, y hoy hablaremos sobre un clásico indiscutible: Dragonlord.
El malo original de una de las sagas responsables de popularizar el RPG, Dragon Quest. Con diseños del maestro Akira Toriyama (Dragon Ball, Dr. Slump) su maldad hoy puede parecer infantil, pero allá por los 80 significó un verdadero reto y una construcción sin igual de un enemigo impresionante.
Al comienzo del juego roba la Bola de Luz y sume al reino de Alefgard en la oscuridad eterna para atraer toda clase de monstruos, además de secuestrar a la hermosa princesa Gwaelin.
Si bien se trata del jefe principal, y el más poderoso, de Dragon Quest, nunca lo vemos salir de su escondite, en el piso más profundo del Castillo Charlock, al sur de Tantegel.
Una de las novedades que incluía nuestra batalla contra el Dragonlord era su oferta de reinar sobre la tierra conocida a su lado. El héroe podía responder que sí, lo que daba final a la aventura. O negarse y comenzar una batalla épica.
La primera forma del Dragonlord es humanoide, una suerte de humano con piel de dragon. Con mucha energía mágica pero escasa resistencia a los ataques físicos. Luego de una buena cantidad de daño, Dragonlord se transforma en una figura mucho más amenazante. Su “verdadera” forma recuerda más a la de un dragón propiamente dicho, y sus ataques se vuelven más poderosos.
Su importancia en el universo Dragon Quest hace que tenga descendientes y apariciones en los títulos posteriores, como puede ser su nieto en Dragon Quest II, su presencia en el Castillo de Zoma o su aparición como uno de los posibles monstruos que criamos en Dragon Quest Monsters.