Final Fantasy VIII para Play Station supuso uno de los juegos gráficamente más sobresalientes de la compañía Squaresoft para la consola gris de Sony, y su personaje Squall se convirtió inmediatamente en un referente de los videojuegos, con su cicatriz a la altura de la frente y su poderosa Gunblade.
Criado en el orfanato que dirigían Edea y Cid, Squall creció sufriendo al ser abandonado, primero por sus padres (en razones desconocidas pero que luego se revelan en el juego) y posteriormente por Ellone, a quién considera su hermana mayor.
Cuando comienza a entrenarse en el Jardín de Balamb desarrolla una personalidad bastante introvertida y fría. Se pelea constantemente con Seifer y tiene problemas para hacer amigos, aunque luego de su examen de SeeD demuestra muy buenas cualidades para liderar equipos y comienza a abrirse (lentamente, ya que mucho de la trama del juego explora como se relaciona con otros personajes) al convivir en aventuras con Zell, Quistis y Selphie, entre otros.
Su arma, el poderoso Gunblade, le permite un poder destructivo envidiable, y además domina junto a todos los guerreros SeeD el arte de la combinación y la invocación de Fuerzas Guardianas.
Es un soldado obediente y de gran valor, aunque luego cambiara su actitud (carente de dudas) hacia una más reflexiva, mientras trata de descubrir cuales son los verdaderos objetivos de la Hechicera y cual es su verdadera misión.
Posee un anillo muy extraño, con la figura de una especie de león que luego será la forma que toma el jefe final. Pudiendo hacer referencia a varias cosas, como a un enfrentamiento con sus temores, o a una teoría que dice que Ultimecia (la jefa final) es el resultado de la muerte de los seres queridos de Rinoa en el futuro.
De todas maneras, en Squall tenemos al héroe adolescente que Squaresoft comenzó a desarrollar luego del éxito de Cloud en FFVII. En un principio es callado, rudo y desinteresado, pero su vida comenzará a cambiar cuando conozca a Rinoa y trabaje junto a sus amigos.