Después de meses de retraso con respecto al Nuevo Continente ya ha llegado a la Playstation Store europea la octava entrega de la legendaria saga Final Fantasy. Una vez más las diferencias entre las regiones es más que evidente. No había problemas de localización (el juego lleva traducido 11 años, desde 1999) ni de adaptación (simplemente hay que subirlo a la Store) pero una vez más somos discriminados.
Quizás no sea razón suficiente, no para adquirirlo, sino para, al menos, hacer memoria y recordar los buenos momentos que nos hizo pasar con nuestra vieja Playstation. Se trata de una de las entregas con peor valoración por parte de los usuarios aunque yo le tengo bastante cariño. Posee una historia cautivadora de la mano del seed procedente del Jardín de Balamb Squall Leonhart. Se embarca, junto con sus compañeros, en una aventura para detener a la bruja Edea, deseosa de controlar a los hombres e iniciar varias guerras entre ellos.
Lo caracterizaba su sistema de magias, no teníamos los típicos “puntos de magia” sino que nos íbamos encontrando con puntos de extracción donde obteníamos las magias (que únicamente podíamos utilizar un número limitado de veces). Así mismo la posibilidad de enlazar con los GFs (Guardian Force), crear un lazo de afinidad y equiparlos con magias y habilidades era muy característico de esta entrega.
En esta entrega se dio un gran salto en calidad gráfica, en comparación con Final Fantasy VII era todo un espectáculo sobre todo por esa magnífica banda sonora y sus emocionantes secuencias cinemáticas. Una historia épica que ningún fan del JRPG que se precie debería perderse, una aventura con sabor a Final Fantasy que, aunque esté bastante caro (9, 99€) merece sin duda la pena.