Un rasgo característico presente en la gran mayoría de los videojuegos, desde sus orígenes, consiste en la posibilidad de seleccionar el nivel de dificultad, generalmente marcado por tres escalones: lo más fácil, lo más desafiante y una opción intermedia. ¿Qué significa optar por una opción en lugar de otra? Básicamente, tendremos más o menos enemigos en pantalla, que la inteligencia de la cpu será más filosa o no, y que habrán pantallas especiales propias del nivel de dificultad elegido. Es por esto último, y a pesar de que no todos los juegos lo poseen, que yo suelo meterme en una aventura en dificultad normal.
Ahora bien, ¿qué piensan los lectores de GuiaMania al respecto? ¿Cuál es la opción que más eligen a la hora de jugar? La encuesta de esta semana revela los siguientes datos, que expresan que en GuiaMania nos gustan los desafíos:
Una cosa que quiero remarcar, es que desde mi punto de vista, el mejor género donde tiene influencia la dificultad de juego, es en el deportivo. O sea, un videojuego de fútbol o de básquet, en lo personal, me obliga a optar por una dificultad media, y lentamente voy aumentándola a partir de la experiencia que voy ganando con cada partida.
Otro punto interesante, son los niveles de dificultad que se desbloquean cuando uno llega al desenlace de un título, o bien cuando logra determinados objetivos. Es común en los juegos de aventuras el hecho de que se libere la opción Extrema solamente tras superarlo.
La dificultad en los videojuegos es un parámetro valiosísimo, aunque no siempre tiene el efecto esperado, ya sea porque las diferencias entre una modalidad y otra sin escasas, porque el nivel más difícil es literalmente imposible de jugar, o porque directamente carecen de estos escalones que nos invitan a desafiarnos a nosotros mismos.
Éste parece un tema sencillo, pero detrás se esconden aspectos clave que hacen a la jugabilidad, y posiblemente cuando jugamos no nos damos cuenta 🙂