Bioshock Infinite, decepcionante maravilla

¿Puede ser algo decepcionante y maravilloso al mismo tiempo? Puede serlo, si lo que esperabas era una maravilla y te encuentras con una maravilla totalmente distinta.

Y eso es, exactamente, lo que pasa con Bioshock Infinite, la tercera parte de la gran saga de Irrational Games. Muchos ni siquiera lo consideran un Bioshock. Algunos dirán que es aburrido, que los medios exageramos al considerarlo como uno de los mejores juegos del año. Pero la mayoría de sus detractores conceden que el problema de este videojuego es que no tiene nada que ver con los anteriores Bioshocks. Para ellos, independientemente de su calidad, Bioshock Infinite es una gran decepción.

En un contexto repleto, casi desbordado, de shooters, Bioshock se presentaba como algo totalmente distinto, una formula innovadora para jugadores un poquito más exigentes. Había que usar la cabeza, no disparar sin pensar, las balas escaseaban y los enemigos oponían, en ocasiones, una resistencia muy elevada. La mezcla de acción, rol y otros géneros era genial.

Y es esto lo que más se le critica a Infinite. El gameplay se ha simplificado, el juego hace más honor a la definición de “shooter” que los anteriores capítulos de la saga. Es más accesible, perfecto para aquellos que no conozcan Bioshock pero, como decimos, un chasco para los fans.

Ya en la segunda parte, disminuían de forma enorme los toques roleros con respeto al Bioshock original. Pero aún se mantenían ahí. Ahora ya casi se han ido, Bioshock Infinite ya es un shooter, para bien o para mal.

Y como Shooter hay que evaluarlo. Y como shooter, es muy muy bueno. Su historia, posiblemente, es la mejor de la saga. Quizás sea necesario que sepas un poco de historia americana para comprender algunas cosas, porque un juego de acción como este tampoco se toma mucho tiempo en explicar según qué detalles. Pero, en cualquier caso, es realmente interesante, si entras en la ciudad de Columbia, una ciudad voladora casi utópica y construida en base a férreos valores religiosos, no querrás salir: te lo vas a pasar bien.

Por primera vez, y esto es raro no solo en Bioshock, sino también en cualquier shooter, tenemos como protagonista del juego a un héroe complejo, un tipo profundo, con personalidad. Y no está solo, va acompañado de una chica que le ayuda en todo momento. No es un personaje jugable, es un PNJ, pero con una inteligencia artificial destacada. Quizás no TÁN destacada como dicen algunos, pero aun así, ayuda mucho. Booker es él, y Elizabeth es ella. La evolución de su relación realmente es brillante durante el juego.

Bioshock Infinite es una obra de arte. Y por si queda duda de ello en lo respectivo a argumento y jugabilidad, hay que pararse un rato a hablar de su apartado técnico. No es, esto, lo más importante en un videojuego, pero las grandes cosas, si son bonitas, son doblemente grandes. Y Columbia, es doblemente grande. Porque aparte de su tamaño y su nivel de detalle, asombra por su diseño.

También hay un gran trabajo gráfico en los personajes, sobre todo en Elizabeth, cuyas gesticulaciones están la mar de cuidadas. Eso sí, lo están mucho más si ejecutas el juego en un PC: en PlayStation 3 y Xbox 360 pierde un poco.

Bioshock Infinite, por tanto, es un grandísimo juego, más centrado en la acción que sus predecesores, si bien no totalmente, y que cuenta con un argumento, unos personajes, una jugabilidad y un apartado técnico que lo sitúan al nivel de una obra maestra.




    el 07.05.13

 

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